sábado, 8 de septiembre de 2007

Va de música.. y de supervivencia



Hace unos cuantos años, cuando ya teníamos a Linda, Perla, Criss y Thais en casa, nos surgió una nueva inquilina gatuna.

Mi familia había montado por aquel entonces, una tienda de música y ordenadores, la cual llevaba mi madre magistralmente. En muy poco tiempo, ella se hizo una experta en música de alta fidelidad, marcas prestigiosas y en el montaje de ordenadores. Yo estaba estudiando mi carrera, y debido a que la cursaba a distancia, tenía libertad para estudiar tanto en mi casa como en la tienda cuando no había clientes. Así que acompañaba a mi madre frecuentemente por las mañanas a la tienda, a ayudarla en lo que hiciera falta, o simplemente para hacerle compañía.

Como a las personas a las que nos gustan los animales parece que las circunstancias nos rodean para que se nos crucen en nuestro camino, nos dimos cuenta de que habían unos cuantos gatitos en frente de la tienda, que se escondían de las personas entre los jardincitos que separaban las dos direcciones de la calle.

Mi madre, a la que no le hizo falta mucho tiempo para ver que estaban abandonados y hambrientos, vino una mañana a la tienda con una latita de comida de nuestros gatos. Se acercó al jardincito de en frente, y les puso un poquito de comida y agua en unos cuenquitos de plástico.

Pasó el tiempo y esos gatitos fueron creciendo y conociéndonos, sobre todo a mi madre. Un par de gatitas, cogieron la suficiente confianza como para sentarse delante de la puerta de nuestra tienda y mirarnos por el cristal, cuando nosotros estábamos dentro. Al intentar salir, ellas salían corriendo y se volvían a esconder... pero sabían que las queríamos y las cuidábamos.

En el perido en el que tuvimos abierta la tienda y cuidamos de esos gatitos, pasamos muchos malos ratos. Vimos, desafortunadamente, muchos atropellos de animalitos del vecindario y también sufrimos las consecuencias que suelen padecer los amantes de los animales cuando se encuentran con otras personas que no los quieren para nada.

Gente con malos sentimientos, les ponían matarratas en los comederos y amenazaban con matarlos a palos si los venían rondando por el barrio. También les tiraban los cazitos de agua para que los animales no tuvieran donde beber, y les hicieron la vida imposible - y a nosotros con ellos -, todo lo que pudieron.

Gracias a Dios, una señora del barrio y nuestro vecino, nos ayudaban lo que podían. Cuando no podíamos venir a echarles de comer porque era fin de semana, entonces se encargaban ellos de mirar que siempre tuvieran agua y comida.

Con el paso de los días, mi madre y esas dos gatitas fueron forjando un lazo de amor muy fuerte. Cuando mi madre tenía que irse, las gatitas la acompañaban caminando hasta el fin de su territorio -los jardines-. Se quedaban maullando lastimosamente viendo cómo se marchaba y amasando el suelo con las patitas, diciéndole a su manera que la querían mucho por cuidarlas y darles tanto cariño.

Todos suponemos que ambas gatitas eran hermanas de una camada, porque eran muy parecidas, a cual más guapa. A una de ellas la llamamos Pelusa y a otra Nala.

Un día, estando mi madre, una amiga del barrio y yo en la tienda, charlando, escuchamos un frenazo muy fuerte y un golpe sordo. Nuestra amiga, que estaba muy cerca de la puerta, lo había visto todo, y descompuesta de la impresión, gritó:

"¡¡La han matado, Dios mío, la han matado!!".

No os podéis imaginar el escalofrío que nos recorrió a todas por el cuerpo.

Salimos las tres de la tienda a la carrera y vimos como un hombre salía del coche, disculpándose y diciendo que "no la había visto".

Cuando dimos la vuelta al coche... había un gato tirado en el suelo a medio metro, cerca de la acera. Era una pesadilla. Todas sabíamos que ese gato era en realidad una gata muy querida, familiar, cercana, que hacía sólo 5 minutos estaba viva y viviendo tranquilamente en los jardines.
Era Nala.

Ese día, fue un día muy difícil. Nos fuimos a casa con el corazón en un puño y las lágrimas corriendo por nuestras mejillas. Los días siguientes fueron también muy duros.

Un tiempo más adelante, mi madre consiguió coger a Pelusa y llevarla para esterilizar. No queríamos ver más gatitos atropellados, ni sufrir por ver morir a sus hijos en accidentes o bajo algún veneno de personas malintencionadas, ya que seguíamos asediadas por el vecindario, que tantos mitos y desconocimientos tienen por estos animales a los que consideran casi demoníacos (sobre todo, si eran negros).

Después de operada, Pelusa, que había sido muy delicada para comer siempre, y "muy poquita cosa", tenía muy pocas probabilidades de sobrevivir sola, y en la calle. La veterinaria nos dijo que incluso la operación era mucho para ella y que necesitaría antibióticos para evitar una infeción, además de cuidados imposibles de dar en la calle.

Mi madre, viéndose en ese aprieto y sintiendo por ella todo el amor que le había cogido en esos dos años, decidió que ya iba siendo hora de que Pelusa saliera de la miseria y conociera lo que era una casa. El hecho de que íbamos a cerrar la tienda en unos meses también reforzó su elección.

Así que Pelusa se convirtió en otra peludita y cuadrúpeda compañera gatuna.

Gracias a Dios, esta gata es el agradecimiento personificado. Es la gata más tímida de la casa, la que menos ruido hace, la que menos llama la atención maullando y pasa desapercibida por todos los gatos. Perla la cuidó inmediatamente y se hizo su amiga inseparable. Siempre han dormido juntas y se han acicalado mutuamente en muchas ocasiones.

Pelusa por fin ha encontrado un hogar, en la casa de la persona que más la ha querido, mi madre. En su recuerdo tendremos siempre a Nala, su preciosa y juguetona hermana.

Aquí os pongo unas fotos de Pelusa, para que veáis qué guapa es. Callejera total, y tiene unos ojos y un pelaje que quitan el hipo!.
















2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola
te animo a seguir. Yo también doy de comer a los gatos de la calle de mi pueblo de Lleida y sufro por los atropellos que veo. Es una web muy hermosa, gracias por hacerla. Soy Horac en el foro de gatos de facilísimo.com, participo poco pero leo mucho, ya nos encontraremos

Mónica dijo...

Gracias, Horac, por los ánimos. Me alegro de te guste la página. La voy haciendo con mucho cariño.
Un Saludo.