sábado, 8 de septiembre de 2007

Linda, una gata de angora muy hermosa




Linda y Perla entraron el mismo día por las puertas de la casa de mis padres, cuando yo tenía unos 15 o 16 años. Ambas venían en una cestita, con unos dos meses de edad. El por qué mi hermano decidió traerlas a nuestras vidas, es una historia con base en una tragedia. Sin embargo, prefiero contaros ahora lo que ocurrió desde que él entró en la tienda a comprarlas.

Ni que decir tiene, que cuando mi hermano vió a una bolita de pelo blanca, con sólo la naricita, las patitas y la cola teñidas de color café, se enamoró de ella. Al lado de ella, había una bolita negra. Tan redondita y tupida, que a penas se podía distinguir de una madeja de lana. Cuando abrió los ojos, color ambar, mi hermano quedó prendado también de ella. Era "lindísima".

No pudiendo decidir cuál de las dos comprar, las cogió a las dos y las metió en el coche de camino a casa.

Durante el trayecto, Perla comenzó a maullar de un modo bastante profundo. Como lo haría una gata en celo, y eso que sólo tenía un mes y pico como mucho. Mi hermano la miraba por el retrovisor, sorprendido de que una cosita tan pequeña pudiera tener un maullido tan profundo y dolorido. Linda, que estaba al lado, recicibió unos cuantos drechezos de Perla (pues hay que decir que tiene estilo de boxeadora!), que no podía dominar su miedo.

(Desconocemos si allí empezó a sembrarse una enemistad entre ellas, pero lo cierto es que desde entonces Perla se convirtió en la hembra dominante y fue la que repartió las tortas en casa de mis padres).


Mi cuñada y mi hermando, viendo lo que se nos avecinaba a la familia, estuvieron a punto de cambiar a Perla por comida para gatos!!. Tal era el escándalo que estaba formando detrás. Perla no dejaba de maullar y Linda no sabía dónde meterse intentando salir de la cesta. No sé qué santo les sugirió que no lo hicieran, y así fue como llegaron los 4, sanos y salvos a casa (Linda, con unos cuantos pelos menos, pobrecita).

Cuando entraron por las puertas, ambas gatitas tenían la carita de no haber roto un plato. Las dos nos miraron a mi madre y a mí, que estábamos estupefactas. ¿Pero qué eran esas bolitas peludas tan bonitas?. Madre mía!. Nos faltó tiempo para cogerlas y sobarlas. Aunque yo me decanté por coger a Linda.

(No hacía menos de un par de días, que una gatita siamesa como Perla, de tres meses, se había caído del balcón mientras jugaba. Su muerte nos dejó a todos muy mal y ver a Perla, tan parecida a ella y distinta a la vez, era algo que me costaba asimilar)

Mi madre, sabiendo lo que me ocurría, me acercó a Perla y ... automáticamente la rechacé. No podía ni tocarla!. Me habló entonces cariñosamente y ambas nos dirigimos a su habitación (yo iba ya como una madalena). Me dejó a Perla en la cama y se llevó a Linda en brazos, mientras le daba un montón de mimos. Perla, que me veía y escuchaba llorar, se acercó a mí y enterró sus patitas en mi pelo. Al segundo, estaba "amasándome" y mirándome muy fijamente. No sé qué nos pasó a ambas en ese instante, pero fue ese el momento en el que ELLA ME ELIGIO A MI COMO COMPAÑERA, y yo la acepté como una vida nueva, que también necesitaba mi protección. Desde entonces no nos hemos separado.



Linda, eligió a mi madre y a mi padre, y es actualmente la sombra de ambos. Tiene un carácter tímido, pero es muy cariñosa y con sólo tocarla ronronea. Le gusta dormir boca arriba y tiene unas poses de gatito de dibujos animados. A mí siempre me ha recordado a la gatita blanca que era la novia de "Isidoro". Creo que se llamaba "Sonia".

Linda hace las mismas posturas delicadas y femeninas que un dibujante estiloso le daría a una gata de angora. Sus ojos son impresionantemente vivos y luminosos. Su maullido es fino y delicado. Es una tragona de cuidado, y si no le quitas la comida de delante, se come la suya, la de Perla, la de Pelusa... y la del gato que tenga al lado.

Perla y Linda han conseguido vivir juntas durante muchos años, respetándose mutuamente, aunque con enfrentamientos por la dominación de la casa y los dueños. Desde que yo me mudé a mi propio piso, con mi marido y me traje a Perla, ambas han gozado de una mayor independencia y libertad.

Según mi madre, Linda es ahora la que "reparte el bacalao" en la casa y les pone las normas a los otros gatos. Desgraciadamente, con sus 15 años, está teniendo algunos problemas de salud últimamente.

Aquí os pongo algunas fotos de esta hermosa gata de angora, que es Linda. Veréis como se os cae la baba, y entendéis por qué mi hermano no pudo dejarla en la tienda.



¿No es preciosa?. ¿No parece que esté dibujada?. Tiene un perfil hermosísimo!. Y ese pelo tan suavito, esas patitas tan redonditas...

Mirad en esta última foto. Como dicen, vale más una foto que mil palabras. Y aquí se ve cómo saltan las chispas entre estas dos portentosas gatas. (Un detalle a tener en cuenta son las patas de Perla. ¿¿¿¿Pero qué hay en sus uñas????. Aquí se han repartido tortas!!).


...

Pero aún queda un tercer miembro de la casa... que contribuyó a complicar las relaciones gatunas. En otra anécdota hablaremos de él. Se llamaba "Criss" y era el gato más impresionante, bonachón y de personalidad más arrolladora que he conocido.

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