Thais, es una gatita completamente blanca, de ojos dorados, que tuvo mucha suerte hace unos 7 años.
Un día, mi cuñada y yo nos dirigimos a un mercado en Estepona, con intención de mirar unas cuantas prendas de ropa a buen precio y algún que otro anillito de plata que se me había antojado a mí. Después de pasar toda la mañana para arriba y para abajo, toqueteando jerseys, pantalones y mirándolo todo, vimos casi al término del mercadillo, una jaulita o cajita con gatitos dentro, casi recién nacidos.
Si no recuerdo mal, eran unos 3 o 4 gatitios. Eran todos rayaditos, blancos y negros o atigrados, y entre ellos estaba una minúscula "ratita blanca de laboratorio". Y con lo de ratita, me refiero a Thais. Así os podéis hacer a la idea de lo pequeñita que era.
A penas le había nacido el pelo, y sus patitas, deditos y orejitas eran inmaculadas, rosadas. Sus ojitos eran los únicos que tenían algo de color. Mi cuñanda y yo preguntamos a las chicas que sujetaban la caja, de dónde eran estos gatitos. Ellas nos informaron de que venían de una asociación de animales, posiblemente la Triple A, si no recuerdo mal. Una de las gatas callejeras había tenido una camada y no podían quedarse los gatitos.
Mi cuñada y yo nos miramos. A ambas se nos había ocurrido la misma idea, pero el miedo nos atenazaba. En mi casa ya teníamos a Perla, Linda y Criss!!. ¿Cómo íbamos a traer otro gatito más a casa?. Por otro lado, mi abuela siempre estaba diciendo que ella quería un gatito "para ella". Que Linda y Criss se había encariñado con mis padres y que Perla se había fijado en mí. Así que ella estaba sola... sin gatito.
Tal vez, fue esa la excusa, o que mi cuñada y yo nos mentimos a nosotras mismas diciéndonos: "pobrecita, nos la llevamos, la lavamos el fin de semana y la desparasitamos. Total, si nos riñen, la devolvemos el lunes, pero por lo menos ya va limpita y bien comida. Si no nos la llevamos, seguramente la dormirán!".
La cuestión es que nos tragamos esa "bola" sabiendo que gato que entra en nuestra casa, no sale nunca baja ninguna circunstancia. Cogimos a Thais y fuimos todo el camino de vuelta a mi casa, ideando una forma de explicar lo que había pasado y cómo exponérselo a mis padres para que no se liara una buena.
Peeeeeeeeeeeero.... no nos salió bien.
Una vez delante de la puerta, llamamos a la casa y nos mordimos los labios. Unos pasos sonaron detras. Se abrió la puerta y salió la cabeza rubia de mi madre. Entonces, nos miró... y miró lo que llevábamos en las manos. Thais parecía más una ratita blanca que una cría de gato. Mi madre abrió mucho los ojos y ... no pudimos poner el pie dentro de la casa porque alguién nos cerró la puerta de un portazo. O fue mi madre, o fue mi hermano, el que nos compró a Linda y a Perla hacía 7 años.
La situación fue, que finalmente, tuve que pasar el fin de semana con mi cuñada y mi otro hermano en su casa (para eso está la familia!!!, para darte una casa cuando intentas meter un gato de estranqui sin permiso de los padres!!). Lavamos a Thais y la desparasitamos lo mejor que pudimos. Mientras pasé esos días allí, tanto mi cuñada como mi hermano intentaron que el resto de la familia razonara y aceptara a Thais. Mi abuela estaba nerviosita, deseando de coger a la gatita!!.
La decisión era difícil, pues ya nos juntaríamos con 4 gatos en casa y mi madre tenía ya bastante carga. Pues aunque a mí me gustaban mucho todos mis gatitos, era una estudiante de instituto y no me encargaba de las labores de limpieza. Como mucho, los cepillaba. Así que ahora que tengo mi propia casa y tengo que hacer todas esas labores, la entiendo perfectamente. Pero por entonces, yo sólo quería que Thais viviera con nosotros a toda costa, y que mi abuela pudiera hacer su deseo de tener una gatita realidad.
El lunes entré por la puerta de mi casa... y Thais estaba en mis manos.
No sé cómo fue tomando todo forma, pero Thais pareció entender por qué estaba allí y mi abuela se convirtió en su ama y protectora. Desde entonces, tampoco ellas dos se han separado. Thais duerme en una cestita, a los pies de la cama de mi abuela. Come una cucharadita de yogurt, que mi abuela le da por las noches y es una enviciada de las patatas fritas. Cuando mi abuela se come unas cuantas, siempre le tiene que dar una a trocitos a Thais, porque la vuelven loca.
Ciertamente, Thais, con quien mejor hace migas es con mi abuela. Es una gatita difícil, temerosa de los extraños y poco dada a permitir que la acaricien. A la de edad de 8 meses, Thais sufrió una infección en su sistema reproductor y tuvimos que castrarla y vaciarla de emergencia. Pensamos que no asimiló que la lleváramos al veterinario a la fuerza y que se despertó de la anestesia asustada y dolorida, porque como ya digo, es una gatita con un carácter especial.
¿Cómo se lleva con los demás gatos?.
Pues bien, Perla se convirtió automáticamente en su madre adoptiva y la cuidó y la lavó hasta que Thais la superó en peso y la derriba en sus juegos. Entonces Perla supuso que debía pasar al término de "amiga" y se distació forzosamente de ella para evitar acabar siempre aplastada por la masa de kilos de su hijastra (Thais seguramente pesa un par de kilos más que Perla. Es una gata de tamaño grande, aunque de cabecita pequeña).
Linda vio la oportunidad de subir "un escalón social", y se convirtió en la segunda gata dominante de la casa. Así, tenemos que: Perla zurraba a Linda y a Criss. Criss zurraba a Linda en sus escarceos y pasaba de Thais, pero era zurrado por Perla. Linda zurraba a Thais, pero era zurrada por Perla y perseguida a menudo por su enamorado y perseverante Criss. Luego, Thais, era zurrada por Linda, ignorada por Criss y aleccionada pacientemente por Perla.
Thais tiene ahora mismo unos 7 años, y esta misma mañana he estado rascándole la cabecita, vigilando a la vez que no se me revolviera y me diera un zarpazo por acariciarle la barriga. Eso es algo que no le gusta nada, desde que la operaron.
Aquí os cuelgo unas fotos de ella, para que veáis cómo es de adulta. Qué pena que no tengo fotos de cuando era más pequeñita.
P.D: De vez en cuando, yo la sigo llamando "Ratita".
Un día, mi cuñada y yo nos dirigimos a un mercado en Estepona, con intención de mirar unas cuantas prendas de ropa a buen precio y algún que otro anillito de plata que se me había antojado a mí. Después de pasar toda la mañana para arriba y para abajo, toqueteando jerseys, pantalones y mirándolo todo, vimos casi al término del mercadillo, una jaulita o cajita con gatitos dentro, casi recién nacidos.
Si no recuerdo mal, eran unos 3 o 4 gatitios. Eran todos rayaditos, blancos y negros o atigrados, y entre ellos estaba una minúscula "ratita blanca de laboratorio". Y con lo de ratita, me refiero a Thais. Así os podéis hacer a la idea de lo pequeñita que era.
A penas le había nacido el pelo, y sus patitas, deditos y orejitas eran inmaculadas, rosadas. Sus ojitos eran los únicos que tenían algo de color. Mi cuñanda y yo preguntamos a las chicas que sujetaban la caja, de dónde eran estos gatitos. Ellas nos informaron de que venían de una asociación de animales, posiblemente la Triple A, si no recuerdo mal. Una de las gatas callejeras había tenido una camada y no podían quedarse los gatitos.
Mi cuñada y yo nos miramos. A ambas se nos había ocurrido la misma idea, pero el miedo nos atenazaba. En mi casa ya teníamos a Perla, Linda y Criss!!. ¿Cómo íbamos a traer otro gatito más a casa?. Por otro lado, mi abuela siempre estaba diciendo que ella quería un gatito "para ella". Que Linda y Criss se había encariñado con mis padres y que Perla se había fijado en mí. Así que ella estaba sola... sin gatito.
Tal vez, fue esa la excusa, o que mi cuñada y yo nos mentimos a nosotras mismas diciéndonos: "pobrecita, nos la llevamos, la lavamos el fin de semana y la desparasitamos. Total, si nos riñen, la devolvemos el lunes, pero por lo menos ya va limpita y bien comida. Si no nos la llevamos, seguramente la dormirán!".
La cuestión es que nos tragamos esa "bola" sabiendo que gato que entra en nuestra casa, no sale nunca baja ninguna circunstancia. Cogimos a Thais y fuimos todo el camino de vuelta a mi casa, ideando una forma de explicar lo que había pasado y cómo exponérselo a mis padres para que no se liara una buena.
Peeeeeeeeeeeero.... no nos salió bien.
Una vez delante de la puerta, llamamos a la casa y nos mordimos los labios. Unos pasos sonaron detras. Se abrió la puerta y salió la cabeza rubia de mi madre. Entonces, nos miró... y miró lo que llevábamos en las manos. Thais parecía más una ratita blanca que una cría de gato. Mi madre abrió mucho los ojos y ... no pudimos poner el pie dentro de la casa porque alguién nos cerró la puerta de un portazo. O fue mi madre, o fue mi hermano, el que nos compró a Linda y a Perla hacía 7 años.
La situación fue, que finalmente, tuve que pasar el fin de semana con mi cuñada y mi otro hermano en su casa (para eso está la familia!!!, para darte una casa cuando intentas meter un gato de estranqui sin permiso de los padres!!). Lavamos a Thais y la desparasitamos lo mejor que pudimos. Mientras pasé esos días allí, tanto mi cuñada como mi hermano intentaron que el resto de la familia razonara y aceptara a Thais. Mi abuela estaba nerviosita, deseando de coger a la gatita!!.
La decisión era difícil, pues ya nos juntaríamos con 4 gatos en casa y mi madre tenía ya bastante carga. Pues aunque a mí me gustaban mucho todos mis gatitos, era una estudiante de instituto y no me encargaba de las labores de limpieza. Como mucho, los cepillaba. Así que ahora que tengo mi propia casa y tengo que hacer todas esas labores, la entiendo perfectamente. Pero por entonces, yo sólo quería que Thais viviera con nosotros a toda costa, y que mi abuela pudiera hacer su deseo de tener una gatita realidad.
El lunes entré por la puerta de mi casa... y Thais estaba en mis manos.
No sé cómo fue tomando todo forma, pero Thais pareció entender por qué estaba allí y mi abuela se convirtió en su ama y protectora. Desde entonces, tampoco ellas dos se han separado. Thais duerme en una cestita, a los pies de la cama de mi abuela. Come una cucharadita de yogurt, que mi abuela le da por las noches y es una enviciada de las patatas fritas. Cuando mi abuela se come unas cuantas, siempre le tiene que dar una a trocitos a Thais, porque la vuelven loca.
Ciertamente, Thais, con quien mejor hace migas es con mi abuela. Es una gatita difícil, temerosa de los extraños y poco dada a permitir que la acaricien. A la de edad de 8 meses, Thais sufrió una infección en su sistema reproductor y tuvimos que castrarla y vaciarla de emergencia. Pensamos que no asimiló que la lleváramos al veterinario a la fuerza y que se despertó de la anestesia asustada y dolorida, porque como ya digo, es una gatita con un carácter especial.
¿Cómo se lleva con los demás gatos?.
Pues bien, Perla se convirtió automáticamente en su madre adoptiva y la cuidó y la lavó hasta que Thais la superó en peso y la derriba en sus juegos. Entonces Perla supuso que debía pasar al término de "amiga" y se distació forzosamente de ella para evitar acabar siempre aplastada por la masa de kilos de su hijastra (Thais seguramente pesa un par de kilos más que Perla. Es una gata de tamaño grande, aunque de cabecita pequeña).
Linda vio la oportunidad de subir "un escalón social", y se convirtió en la segunda gata dominante de la casa. Así, tenemos que: Perla zurraba a Linda y a Criss. Criss zurraba a Linda en sus escarceos y pasaba de Thais, pero era zurrado por Perla. Linda zurraba a Thais, pero era zurrada por Perla y perseguida a menudo por su enamorado y perseverante Criss. Luego, Thais, era zurrada por Linda, ignorada por Criss y aleccionada pacientemente por Perla.
Thais tiene ahora mismo unos 7 años, y esta misma mañana he estado rascándole la cabecita, vigilando a la vez que no se me revolviera y me diera un zarpazo por acariciarle la barriga. Eso es algo que no le gusta nada, desde que la operaron.
Aquí os cuelgo unas fotos de ella, para que veáis cómo es de adulta. Qué pena que no tengo fotos de cuando era más pequeñita.
P.D: De vez en cuando, yo la sigo llamando "Ratita".
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