martes, 18 de septiembre de 2007

Reflexiones sobre los gatos

Hace muy poco tiempo, leí un refrán que decía que dos personas al conocerse, se relajaban automáticamente cuando se enteraban de que ambas tenían gatos. ¿Por qué será eso?. ¿A caso hay una personalidad implícitamente armoniosa entre las personas amantes de los gatos?. ¿Ocurre igual con otros animales?. ¿Qué tienen los felinos que no tienen otros seres vivos?.

La respuesta es: No lo sé. O quizás... Sí lo sé, pero de esa misma manera en la que se sabe cuándo va a llover, pero uno no es capaz de explicarlo con la ciencia en una mano y las palabras adecuadas en la otra. Simplemente, es un sentimiento que se "comparte", que "sintoniza" con un colectivo y que es parte del misterio de por qué ellos son los que te eligen a ti como "dueño", en lugar de tu a ellos.

Sí. Quizás sea esa una de las razones por las que me considero una persona que comprende a los gatos. Porque entiendo que una animal jamás debe de ser dominado, sino respetado. Que debe de tener espacio para desarrollar su personalidad y poder transmitir cómo es realmente, sin que nadie los subyugue bajo la pueril excusa de que "para eso somos la raza dominante y ellos son seres inferiores". Porque comprendo que la libertad está implícita en su ser, y querer "poseerlos" es como querer encerrar el viento en una jaula de papel.

¿Creéis realmente que un gato se siente inferior a la raza humana, por ejemplo?. Yo cuando observo a mi gata, Perla, me doy cuenta de que tiene un desarrollado sentido de la dignidad. Sabe cuándo se la ofende, y exige un trato respetuoso, como el que ella nos da a nosotros. ¿A caso no es eso un sentimiento de igualdad?. Y bien pensado, ¿por qué deberían ellos sentirse inferiores?, ¿por que son más pequeños tal vez?, ¿por que su vocabulario no es igual que el nuestro?...

Un gato es un animal imponente, a pesar de su pequeño tamaño. Es digno. Su mirada es penetrante e inteligente; sus andares son los de un cazador que sabe que ha ganado la batalla. Son fuertes y flexibles a la vez. Son honestos, pues no nos ofrecen su amistad si no somos merecedores de ella. Son limpios, ágiles como el mejor atleta humano o más, son fieles si has sabido llegar hasta su corazón y respetarlos por ser como son.

Pero qué dificil es eso cuando no se conoce a los gatos y se escucha tantas veces: "Me dan miedo los gatos", a lo cual yo pregunto "¿Pero has tenido uno alguna vez?", y me responden que NO.

Qué dificil es transmitir el rico mundo interior de este animal a las personas que no son sensibles a sus miradas, a sus guiños, a sus ladeos de cabeza, a sus mudos interrogatorios... que para mí tienen tanto sentido.

Cuando yo miro a Perla, la veo como es: la veo inteligente, pensando con intensidad tras sus ojos profundos como el mar en un día claro de verano; emocionalmente fuerte, incluso más que yo, pues la he visto enfrentarse a situaciones en las que yo en su lugar me habría dado la vuelta, y sin embargo ella se ha plantado sobre sus patas, con un porte magestuoso y la mirada alta, como lo haría un rey que tiene que demostrar a sus súbditos el por qué vale la pena luchar.
Es también fuerte, musculosa, bien formada, formidable incluso cuando está inmóvil. Sus actos son para escribir varias páginas ensalzándola, al igual que su cariño, su amor por los que la quieren.

Un gato no es un ser interesado, como se piensa, sino todo lo contrario. De hecho, no se le puede comprar. Tomará lo que quiera, cuando quiera y del modo que quiera. No lo sobornarás con comida, ni con un par de caricias, si él detecta que no eres de fiar. Tendrás que ganártelo siendo franco con él, avanzando paso a paso, entrando en una dinámica diferente de la que se practica entre los seres humanos, pues no responde a la hipocresía ni a las falsedades, ni tienen que demostrar nada a nadie. Ellos no necesitan entrar en esos juegos inventados por los hombres.

Pero cuando has sido sincero con ellos, les has dado su espacio, jamás les has dañado aprovechándote de su menor tamaño, les has querido de verdad, los has atendido cuando te han necesitado, y has sabido mirar a sus ojos sin recelos, miedo o maldad... has abierto las puertas a un mundo distinto, a un mundo misterioso, a un mundo felino rico en sus enseñanzas, donde tu mismo creces como persona y das gracias por que el destino ha querido ponerlos en tu camino.

Compartir la vida con un gato, es más que darle de comer en un cuenco todas las mañanas, y cambiarle el agua y la arena. Si piensas que es un fastidio cambiarle el agua porque el animal no quiere beber SOLO porque tiene una pelusa en el agua.. es que todavía no has comprendido a tu compañero peludo. Cambiar su agua, ponerle comida nueva, limpiar su arena, no es más que demostrar respeto por su bienestar, y preocupación por que él se sienta feliz y atendido. Es cariño, es hacerle sentir que no vas a dejar que beba de un agua que lleva estancada una semana, porque te preocupa que pueda coger alguna bacteria. Ese mismo animal que luego se acerca a tu lado por las tardes y te da una cabezada en tu hombro. Lo haces porque sientes que le devuelves el mismo amor que él te ofrece sinceramente cuando siente que estás mal y se pregunta qué te ocurre. Porque cuando caes enfermo no se mueve de los pies de tu cama, y si lo hace, es para seguirte a donde vayas. Lo haces porque cuando te dice "miau", está exactamente donde quiere estar, hablando a su manera contigo, e intentando hacerse comprender por estos seres tan torpes y a menudo, tan toscos, como somos nosotros. Lo haces porque al igual que para ti, aprender a estar a tu lado y acostumbrarse a ti, le requiere un esfuerzo y mucho amor.

El gato es también un animal elegante: lo observas moverse y no puedes más que deleitarte en cómo todos sus movimientos son fluídos, silenciosos, precisos. Cada paso está medido, cada salto es perfecto y equilibrado. Cada músculo se tensa y se destensa justo cuando ha de hacerlo, como los músculos de un gimnasta profesional. Cada torsión es flexible, cada acto está justificado.

Por todo esto, el gato es un animal admirable y por otras muchas cosas más. Jamás hay que pegarle o maltratarle. Para ellos el maltrato también va más allá de las lesiones físicas. Y si lo haces, no pretendas que vuelva a tu lado, pues habrás perdido su respeto y no te ofrecerá de nuevo la confianza hasta que él crea que te la mereces. Si no haces méritos, jamás la recuperarás. Y eso es admirable, igualmente, pues demuestra que es un ser auténtico. Un ser que no tiene nada que perder si no mereces la pena y te enseña con su correcto comportamiento lecciones que nosotros ni siquiera tenemos aprendidas. El honor será un pilar fundamental de vuestra relación.

Cuando aprendas a ser un ser íntegro, altruísta, sensible a todo lo vivo, respetuoso por lo que no entiendes, y en todo lo que hagas haya amor, podrás empezar a plantearte el "tener" un gato en tu casa, y ser merecedor de él. E incluso así, simpre seguirás aprendiendo de ellos, como yo, pues siempre te sorprenderá su gran corazón, su inteligencia y su mundo lleno de magia.