Ella siempre se ha hecho cargo, con agrado, de todos los gatitos que han entrado en la casa. Tanto si eran suyos, como si no. Igual le daba que tuvieran una semana, que 2 meses. Perla, gatito que oía llorar, gatito que protegía y lavaba instantaneamente.
Hace unos años, cuando Perla ya era una gata bastante adulta, mi hermano y mi cuñada, recogieron a una gatita siamesa llamada Wendy. Sí, le pusieron el mismo nombre que aquella que se nos cayó por la terraza, mientras jugaba con su "primito" Aramis. (Para no confundirlas a ambas, llamaré a ésta, "Wendi" sin la "y").




Se puede notar la complicidad que había entre ellas.

Y aquí la tenéis, jugando en la cestita.

Por aquel entonces, mi hermano, se encontró otro gatito en la calle, al que también le dio casa y llamó "Ranito".
(Sí. Parece que es tradición en nuestra familia los gatitos con el nombre de "ranito". Si no hago las cuentas mal, este ya era el tercero).
Ranito y wendy también se llevaban muy bien. Los dos eran muy jóvenes y no tuvieron ningún problema de adaptación.

Y para variar, Perla también adoptó a Ranito. ¿Podéis ver cómo el chiquitín abraza a Perla?
Desde luego, no podemos quitarle el mérito ni dejar de reconocer, que esta entrañable gata siamesa, es una madre adoptiva estupenda.
(Dentro de unas semanas, entrará en nuestra casa, Arwen: Una gatita de raza ragdoll. Esperamos que Perla no sea tan mayor como para que la entrada de Arwen sea traumática. Hay que tener en cuenta, que Perla cuenta actualmente con 15 años, y aunque le sigue encantando jugar, es una gata muy moderada, de costumbres fijas y con toda la atención para ella sola).
No hay comentarios:
Publicar un comentario