domingo, 30 de septiembre de 2007

Mesalina


Esta es la historia de mi principio en el mundo de los gatos. No recuerdo qué edad tenía, pero sé que era un niño por aquel entonces.

En aquel mes de diciembre, mi tía Manoli decidió recoger un gatito abandonado de la calle para dárselo como regalo a sus tres hijos. Ese gatito fue en realidad una gatita negra recien-nacida. No llegaría quizá al mes todavía.


La cosa es que apenas unas semanas más tarde, y no recuerdo por qué motivo, decidieron que no podían tenerla en casa (creo recordar que alguien era alérgico en la casa),y pensaban devolverla a la calle.

Mi hermana y yo llevábamos mucho tiempo queriendo tener un animalito en casa, y le calentamos la cabeza a nuestros padres para que aquella criaturita no volviera a la calle y pudiera quedarse con nosotros. Mi padre era muy reacio a meter un animal en el piso en el que vivíamos en aquel entonces, y tras buscar todos los argumentos que pudo, esgrimió el que pensó que sería el definitivo:

-- Si queréis tener el gato en casa, eso equivaldrá a regalo de Navidad, así que no habrá nada más. ¿Queréis eso?

El había pensado que eso bastaría para disuadirnos. Mi hermana y yo nos miramos durante dos segundos y dijimos casi a coro:

-- ¡¡Vale!!

Así fue como la gatita negra que por aquel entonces contaba ya con casi dos meses, llegó a nuestra casa y a nuestras vidas. La llamamos Mesalina, aunque casi siempre la llamamos Salina, Sali, o incluso Mesa (pobrecita, sí).


El primer día que pasó en el piso nos dio un susto monumental. Llegada la noche, y después de haber cenado todos... ¡¡Mesalina se había perdido!!. La buscamos por todas partes: la cocina, el salón, los tres dormitorios, el cuarto de baño, el pequeño lavadero, debajo de las camas, detrás del cubo de la basura, bajo los muebles, en cada rincón... ¡¡Varias veces!!. Hasta llegamos a bajar a la calle por si hubiera salido al balcón sin darnos cuenta y hubiera caído a la calle.

En uno de los múltiples repasos que hacíamos a la casa, cada vez más asustados, miré en el cuarto de baño una vez más. Encendí la luz. Miré a todos los lados, me volví, y salí apagando la luz tras de mi. Entonces me detuve.... Me había parecido ver algo, pero no estaba seguro. Encendí la luz de nuevo y miré más a fondo.

Pues sí, no me había confundido. A los zapatos negros de mi padre le habían salido dos ojitos curiosos que me miraban fijamente. Mesalina, que era negra como el tizón, y pequeñita, dada su juventud, se había metido dentro de uno de los zapatos negros de mi padre, hacíendose casi invisible, y nos había visto deambular por la casa durante más de media hora. Supongo que se lo pasó pipa, pero lo que es nosotros...


Mesalina pasó con nosotros poco más de diez años. Desgraciadamente, acabaron saliéndole unos tumores en la barriguita, y aunque el primero lo operamos, reaccionó fatal a la anestesia, y poco después se le multiplicaron mucho. Finalmente la enfermedad la venció.

La echo mucho de menos, porque fue la primera gata que compartió mi vida. Le encantaba ponerse encima de mí en invierno. Se subía a mis piernas y me miraba con atención hasta que levantaba mi jersey y se metía dentro, sobre mi vientre, donde podía estar calentita todo el tiempo que quería

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Querido Piojito

A continuación os pongo la historia de "Piojito", un gatito entrañable, de mano de mi cuñada. Esta vez, será ella quien cuente la historia de un gatito al que ella y mi hermano quisieron muchísimo.


"Éstas son fotos de nuestro querido hijo Piojito, sí, habéis leído bien " Piojo". Le bautizó mi marido. Pues apareció en nuestra vida con 2 hermanos más, a los cuales se le había muerto su madre callejera en un accidente y con los ojos cerrados todavía y después de 2 días, sin comer, nos los trajeron. En principio era solo para cuidarlos y encontrarles casa.

Era el más pequeñín y desvalido, lloraba todo el rato y casi no comía. A mí, casi me vuelve loca porque lloraba hasta con el biberón en la boca. Por la noche mi marido le daba el biberón y así supimos que lo único que le calmaba eran los cariños con la barba de un día sin afeitar.

Así, noche y día recibía cariños con la barba de un día... o dos. Como os podéis imaginar adoptó a mi marido como papa y le llegó al corazón. Yo queria que lo adoptara otra persona porque era muy llorón y mi marido decía que no lo diera. Yo le decía que si lo adoptaban lo daríamos, pero como era el pequeñajo y el más feo nadie lo quiso y se quedó en casa convirtiéndose en el mejor regalo del mundo , pues era muy especial.

Nos conquistó el corazón a todos, y digo a todos, porque hasta nuestra perrita Luci lo adoraba, convirtiéndose en uno de los gatitos mejor vividos y queridos del planeta. Aquí podéis ver algunas fotos de ellos dos juntos.



Lo bautizamos como piojito por ser tan pequeñito. Murió a los 3 años, leucemia felina. Pero fué en su larga enfermedad donde nos enseñó lo mejor de sí mismo, pese a sus molestias no perdió su alegría de vivir ni su caracter maravilloso, dóndonos cariños a todos y permaneciendo dulce y sereno hasta el fin de sus días.

Una buena enseñanza, quizás la mejor que un ser humano puede aprender, a ser cariñoso y dulce con las personas que te rodean, pues son en definitiva, las que siempre permanecen a tu lado. Te recordamos con cariño y dulzura Piojito, y aunque ahora seguro que estás tumbado en un sofá muy cómodo junto a otros seres que ya nos dejaron, no dudes que algún día nuestros caminos se volverán a cruzar!!!"







lunes, 24 de septiembre de 2007

Fotos de Arwen

A continuación, podéis ver unas cuantas fotos de Arwen, de bastante mala calidad y resolución porque las saqué de los videos que hice con la cámara fotográfica. A ver si esta tarde me animo a hacerle unas nuevas, de mejor calidad. De momento, ¡disfrutrad de estas!




















domingo, 23 de septiembre de 2007

Perla y Arwen jugando en la alfombra


Hoy hace un día y medio que Arwen ha entrado en casa y ya se va conociendo dónde tiene la comida, el pipidero, y su terreno de juegos. Esta mañana nos ha despertado a las 8:00, porque ya se había cansado de dormir y quería juerga. Así que nos la hemos llevado al estudio, y la hemos hecho correr un poquito por la alfombra, bajo la atenta mirada de Perla.

Tharem se ha inventado un nuevo "juguete" y ha puesto un trocito de bolsa de plástico a modo de cinta, atada al ventilador. Al encenderlo, la "cinta" echa a volar y atrae la atención de las gatitas. A Perla le ha encantado. Arwen ha preferido liarse con el ventilador más que con la cinta. ¡Si hasta lo rascaba y todo!.

En conjunto, ha sido un éxito. :-))

Os pongo el enlace del video. Espero que os guste:

Video de Perla y Arwen

sábado, 22 de septiembre de 2007

Primer día de Arwen en casa


Como prometí, os voy a contar cómo ha sido el primer día de Arwen, desde que la fuimos a buscar hasta ahora mismo -son aproximadamente 24 horas-.

Ayer, aunque el día comenzó muy mal debido a la lluvia de granizo que sufrimos en Marbella, tuvimos buenos momentos gracias a Arwen y nuestra querida Perla.

Más o menos sobre las 5 de la tarde estábamos Tharem y yo en la casa de la criadora. La mujer, como siempre, nos atendió con mucha amabilidad y simpatía. La diferencia de idioma nunca ha sido una traba para que entre nosotros hubiera un buen clima.

Después de ver a todos sus gatitos-nunca me pierdo esto-, nos llevó hasta Arwen, que estaba en un cobertizo exterior con sus hermanos. Ella estaba debajo de una mesita, mordisqueando a uno de sus hermanitos. Aunque es una gatita ragdoll, es muy juguetona y despierta. Nos vio al instante y siguió como si tal cosa, mordisqueando a su hermano. Mientras observábamos riéndonos, otro de sus hermanos se añadió al juego y ahí que teníamos a tres pequeños ragdollcitos haciendo monerías y volteretas de todos los tipos. Estaban todos para comérselos.

Mientras terminábamos los últimos trámites, y la mujer nos decía cuáles eran sus alimentos preferidos, las vitaminas que teníamos que darle e intercambiábamos unas cuantas bromas, tuvimos a Arwen en brazos, incapaces de creer que ya nos la llevábamos para casa.

En el coche, Tharem condujo mientras que yo me quedé en los asientos de atrás con ella, para poder meter la mano en el transportín y darle unos mimitos. Se portó muy bien, y a penas maulló durante la hora que tardamos en llegar a casa.

Una vez dentro, Tharem abrió la puerta y Perla vino a recibirnos. Yo entré con Arwen en el transportín directamente para el baño y apliqué nuestra técnica especial para la presentación de gatitos. ¿Qué cual es?. Pues muy fácil -aplicar sólo en el caso de tener una gata super madraza en casa, como Perla-. ;-))

Puse el transportín en el suelo y abrí la puerta. Cogí a Arwen y la subí al lavamanos. Con una esponjita húmeda y jabón suave de ph 6.5, la remojé de arriba a abajo -aunque estaba limpia, queríamos quitarle los olores que traía en su pelaje-. La técnica ya estaba en marcha, pues aunque Arwen se portó tremendamente bien, dijo unos cuantos "miaus" y eso era, en parte, lo que queríamos.

Una vez que estaba remojada como una ratita, Perla ya no aguantaba más en el suelo. Durante todo este rato, ella había estado pendiente de lo que estábamos haciendo y los "miaus" de la pequeña gatita desconocida. Fue bajar a Arwen al suelo, cuando ya teníamos a Perla encima intentando meter la cabeza en todo el follón. A penas le dio tiempo a Tharem de encender el secador y empezar a secarla, nuestra madraza empezó a lamerla de arriba a bajo.

Desde el primer lametón, Arwen ya estaba aceptada como nuevo miembro de la familia. Y gracias a lo fácil que nos lo puso Perla, pudimos cenar tranquilos y vernos una película de vídeo, mientras ambas estaban echadas en el sofá a nuestro lado.

Aquí podéis ver a la pequeñita, durmiendo a pata suelta. Je,je,je. :-))


Debajo os pongo un enlace al video que les hicimos, donde veréis a Perla en acción y además algunas escenas más del día de hoy, con las dos jugando con la cuerda -sí, ya estamos enseñando a Arwen a corretear detrás de ella, como lo hace nuestra Perluki-. :-))

http://es.youtube.com/watch?v=L6yuvPD5wXc

¿Qué os ha parecido?. :-)))

Merece la pena resaltar, que ayer por la tarde tuvimos que hacer unas compras de última hora para la gatita, y puse a Arwen en la hamaca del rascador. Bueno, pues cuando llegamos a casa, una hora y pico después, ¡todavía estaba en la misma postura! -eso es estrés, sí señor-. :-p

¡¡Pero qué guapa que está, madre mía!!

Por la noche, cuando nos fuimos a dormir, dejamos a Arwen en el estudio, donde tiene el rascador, una cajita de agujeros que hicimos para ella y que además le ha encantado y todas sus cositas; bebida, comida, pipidero... etc. Dormimos todos de tirón hasta las 4 de la mañana, y a esa hora se despertó. Como se encontró sola, empezó a reclamar atención y me levanté para traerla a la cama con nostros. Ella durmió de escándalo, espatarrada en la cama y en la almohada. Eso sí, yo me pasé la noche en vela, temiendo girarme dormida y chafarla, o pillarle una patita. La acaricié para que se sintiera a gusto y ella agradeció el dormir acompañada. Hubo un momento precioso, en el que se puso entre los dos y subió hasta la cara de Tharem para darle unos besitos en el ojo. Je,je,je ¡Al papi se le cayó la baba!

Ya por la mañana, toda mi familia había hecho planes para venir a verla, así que a las doce llegaron mis padres con las sobrinas y todo han sido juegos y más juegos. Después de reunirnos con mis hermanos y comer todos en un restaurante, hemos subido de nuevo a casa para estar con ella. Mis hermanos y cuñadas están encantados con gatita y dicen que tiene un carácter precioso -no se equivocan, es para achucharla y no cansarte-. Físicamente, qué van a decir. Es una gatita muy guapa.

Hace sólo un par de horas que se han ido mis padres de casa y volvemos a estar más "operativos". Hemos jugado con Perla y Arwen -de donde han salido las últimas tomas del video que puse al principio-, y ahora me he plantado aquí para contároslo todo y que veáis sus primeras fotografías en casa. No son muy buena porque casi todas se han tomado por la noche y nuestra cámara hace unos fotos nocturnas regulares. Espero que mañana tomemos unas fofos mejores y nos salga algún video chulo con Perla y la peque retozando. ;-))

Y bueno... nuestras impresiones... ¡¡Estamos encantados con la gatita!!; con su carácter, lo mimosa que es, lo tiernecita, lo relajada que se queda en los brazos cuando la coges, lo juguetona cuando la haces correr, y lo dulce que son sus maullidos -a penas se sienten-.

Entre esta noche y la anterior, a penas habremos dormido unas 10 horas en total y no sé muy bién cómo pasaremos esta noche, porque yo sigo igual de emocionada por verla, toquetearla y vigilarla que ayer. Supongo que hoy también nos la llevaremos a la camita, y la sobaremos hasta que se duerma. Vamos, ¡que no ha entrado en una casa en la que le vayan a faltar mimos!

Hay que dar gracias a Perla, que ha hecho posible esta rápida incorporación de la pequeñita. Es fabulosa como madre adoptiva y como gata en sí misma. Estamos muy contentos de saber que estas dos preciosidades se han caído bien desde el primer momento y esperamos que sigan así!

Os iremos contando más detalles, otro día. ;-)))

Os dejo con unas fotos de ella.

¡Qué tiernecita es nuestra Arwen...! ;-))

viernes, 21 de septiembre de 2007

Un día extraño

Hoy es un día extraño. Por la noche, cuando nos acostamos, Tharem y yo no pensábamos que iban a ocurrir tantas cosas en unas pocas horas. Me gustaría decir que son noticias buenas, pero esta vez son realmente catastróficas. Y cuando digo, catastróficas, es que han tenido realmente esa magnitud.

Sobre las doce de la noche, quizás un poco más, vi a lo lejos cómo unos rayos brillaban en la noche. A los pocos segundos se sucedían los esperados truenos, pero como sonaban tan lejos, no me preocupé demasiado. Otra tormenta que caía en la montaña.

Mientras seguía hablando con Tharem, me di cuenta de que los rayos y truenos se iban acercando y poco a poco la conversación se centró en el tiempo; la tormenta era seca, y las nubes descargaban furiosas los truenos sin que cayera gotita de agua. Pero teníais que haber escuchado esos truenos. Eran muy fuertes y duraban mucho; atronadores, sin exagerar.

Después de unos minutos, nos quedamos dormidos con la sensación de que comenzaba a llover.
No había pasado una hora, que el viento comenzó a hacerse hostil también, y escuchamos ruidos de trastos que se caían, en las casas de los vecinos. Perla estaba nerviosa, y no paraba de maullar. Dimos unos cuantos paseítos por la casa y sin poder hacer nada, porque el tiempo no se puede controlar, nos fuimos otra vez a la cama.

Ya sobre las seis de la mañana, Perla comenzó otra vez a maullar, y allá que me levanto a abrirle la puerta de la terraza. A esta hora no suele pedirlo, así que lo atribuímos igualmente a los nervios por la tormenta.

A esa hora todavía seguía lloviendo, y no poco. El temporal seguía azotando con fuerza la ciudad, y aunque no nos teníamos que levantar hasta dentro de un par de horas, ya no pudimos dormir más, con tanto estruendo sobre nuestras cabezas.

A eso de las 7 de la mañana, Tharem se da cuenta de que estamos sin luz. Algún cortocircuito había hecho saltar las fases de la luz, y hasta el congelador estaba apagado; Tharem se levanta e intenta arreglarlo sin éxito. Llega a la conclusión de que algún cable mojado está haciendo contacto y por eso no podemos encender nada.

A las 8 de la mañana, sale a la terraza y desconecta los cables del aire acondicionado. Le viene un olor a ozono y a quemado. Desde luego, algo ha pasado ahí. Sin atrevernos a comprobar si funcionan o no, por miedo a que seguía todo mojado, Tharem se dirige al cuadro de mandos e intenta de nuevo dar la luz.

¡Tenemos éxito!. Por fin, tenemos luz y no se me van a estropear los congelados...

Pensando que ya todo había pasado -ingenuos de nosotros-, Tharem sale caminando en dirección a su trabajo. Yo me quedo en la casa un rato más, agotada por la mala noche de sueño y el estrés.

No pasan 5 minutos, que empiezo a escuchar unos golpes muy fuertes; como si tiraran piedras a mi casa, dando en las ventanas, la barandilla de la terraza... ¡Perla!, ¿dónde estaba Perla? ¿seguía en la terraza?.

Me levanto para ir a mirar y me la encuentro con los ojos muy abiertos en medio del pasillo. Los golpes se siguen oyendo y me acerco a la terraza, con miedo de aproximarme a los cristales. Desde esta posición, puedo ver cómo realmente caen piedras del cielo y golpean la baranda, los coches, ¡las palomas, pobrecitas! ¿Qué estaba pasando?.

¡Ostras!. Me doy cuenta en un plis plas de que Tharem está en estos momentos caminando hacia su trabajo, y que lo que está cayendo ¡viene directamente del cielo!. Con los nervios a flor de piel, llamo por teléfono a su móvil: no conecta. Me pongo más nerviosa y llamo a mi madre para saber si ella también está sufriendo ese GRANIZO DESCOMUNALMENTE GRANDE, que estaba cayendo por mi zona. Mi padre se pone al teléfono, y en cuestión de minutos me dice que ya está llegando por allí también, pero que los trozos de hielo no son tan grandes como yo le cuento. Cuelgo el teléfono y llamo otra vez a Tharem. Esta vez me lo coge y me dice que se ha refugiado debajo de una cornisa y que no puede atravesar una calle porque está hasta arriba de agua, pero que está bien. Que le ha hecho un par de fotos con el móvil al granizo, y que había trozos que no le cabían en la mano (Tharem es un hombre alto y fuerte).

Mientras hablaba con él seguían cayendo esos pedruscones del cielo, y yo no podía hacer otra cosa que ver con horror cómo golpeaban los cristales de la casa, temiendo que los rompiera. Me sugirió entonces que mirara en toda la casa y entré en el estudio, donde tenemos los ordenadores. Al mirar por la ventana y asomarme a la calle.. ¡me di cuenta de la magnitud del desastre!.

Los coches de las calles estaban todos abollados. Los cristales rotos, en los menos afortunados y mucha gente mirando desde sus casas o bares, como estaba haciendo yo, sin dar crédito a lo que estábamos viendo. Y entoces pienso yo... ¡NUESTRO COCHE!. También estaba aparcado en la calle en ese momento. Así que me visto rápidamente y salgo a la calle, junto a algunos vecinos.

Bajo la calle y ... vale, nuestro coche no tenía los cristales rotos, pero sí que está todo abollado como si le hubieran tirado unas piedras enormes encima (poco alejado de la realidad). Llamo al móvil otra vez de Tharem y le cuento en qué estado me lo he encontrado.

Y bueno, el resto, es una hora de teléfono llamando al seguro, a mi familia y otra vez a Tharem.
Todos los coches de una buena zona de Marbella están hechos polvo. Cristales rotos por todas partes y el ánimo de todo el mundo bastante gris. Yo no he visto en mi vida un granizo como el que ha caído esta mañana, y no creo que muchos de los que estaban ahí lo hubieran visto en muchas más ocasiones.

Por mi familia, mi hermano también ha sufrido las consecuencias del granizo. Estaba llevando las niñas al colegio. No se le han roto los cristales pero también se le ha abollado el coche. Más el susto de que las niñas iban dentro y podían haber tenido un accidente. Un desastre de mañana, vamos.

Menos mal que el día va a mejorar, ya que Arwen dormirá en nuestra casa esta noche, donde estará con su madre adoptiva, Perla - y por supuesto, con Tharem y yo para darle muchos mimitos-.

Qué día tan extraño, donde se junta el miedo, la sorpresa, el estrés, el desánimo por la catástrofe... y las ganas de tener a Arwen con nosotros. Esperemos que el día tenga mucha cosas buenas que contar todavía, y que mañana sea un día mucho mejor, con Arwen ya en nuestras vidas.

Eso sí... todavía estoy temblando, y me caigo de sueño, por la mala noche que hemos pasado.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Orión y la libélula

Orión era un gatito que vivía en la calle, con su madre y dos hermanitas de pelaje atrigrado. Sabía muy poco del mundo, y sus vivarachos ojos se quedaban embobados ante el más mínimo movimiento que llamaba su atención. Su casa era un agujero en la pared de una caseta abandonada. Y aunque no era realmente muy confortable, era cuanto necesitaba para ser feliz, pues su madre siempre estaba sentada haciendo guardia, vigilando tanto a él como a sus hermanas, cuando salían al exterior. Todo el amor del mundo estaba en aquel agujero, por ello, pocas veces salía a jugar bajo la atenta mirada de su madre, y prefería quedarse dentro al calor de lo que él llamaba “hogar”.

Pero Orión era un gatito muy curioso, y aquel día llamó su atención una libélula que se posó sobre una piedra a pocos centímetros de él. Sólo tenía que alargar su patita color chocolate, para rozar sus alas. Y haciendo gala de una inacostumbrada valentía, Orión se atrevió a dar dos pasos fuera de su hogar, para seguir los vuelos de la libélula con más libertad.

El cuerpecito de Orión se tambaleó al caminar, pues sus patitas eran aún débiles y no coordinaba muy bien sus movimientos. No recordaba cuántas veces había visto aquella luz tan intensa en el cielo, de color amarillo que por las tardes se tornaba anaranjada, pero no serían muchas, porque tenía pocos recuerdos en su mente.

Orión avanzó dos o tres pasitos, y la libélula escapó de su alcance con un vuelo elegante y zigzagueante. El gatito se preguntó cómo podía haberse movido tan rápido, que casi no había tenido tiempo de levantar su patita para tocarla. Pensó que era mejor seguirla, y avanzo otros tres pasitos más, hasta que llegó al filo de su territorio conocido. Nunca había cruzado aquella baldosa rota, de donde brotaba la hierba que su madre mordisqueaba cada mañana.

Era ahora o nunca. Tenía que saber qué había más allá, y sobre todo, tenía que seguir a la libélula. Estaba seguro de que aquella sería una mañana memorable para él, y no debía perdérsela.

Orión pegó un pequeño saltito y su blandito trasero se dobló hacia la izquierda, haciéndolo trastabillar en el aterrizaje. No había levantado ni un palmo del suelo, pero aquel salto le había requerido un gran esfuerzo y ahora estaba sin resuello. Pero estaba contento, porque ahora se encontraba en una baldosa distinta, había dado el paso decisivo y todo lo que veían sus ojos color miel, era nuevo, brillante y olía maravillosamente.

Mara, la madre de Orión, había estado observando a su pequeñín sin quitarle ojo de encima. Sabía que su cuerpecito iba cogiendo fuerza y que su cabecita estaba llena de ansias de vivir emociones y de deseos de explorar todo lo nuevo. Ella no veía el mundo de la misma manera que su hijo, pues había vivido situaciones muy duras en las que había estado a punto de morir un par de veces. De hecho, cada día que pasaba en la calle, era una lucha titánica por sobrevivir. Cada mañana, sus pequeños cachorros le devolvía la única felicidad que podía estar destinada para ella, pues ya era una gata adulta y sabía muy bien lo que podía esperar de aquella realidad.

Mara avanzó grácilmente, con sus patas blancas tan femeninas, y se mantuvo relativamente apartada de su cachorro, Orión, para observarlo más de cerca, pero sin estorbar aquel momento de intimidad. Se echó con majestuosidad y entornó sus ojos azules mientras veía cómo el cachorro más especial de su camada, se enfrentaba a la espabilada libélula.

Orión, ajeno a las miradas de su madre, era todo felicidad y alegría. La libélula había estado revoloteando a su alrededor y parecía no querer marcharse, para disfrutar de la compañía de su nuevo compañero. Orión se preguntaba, quién de los dos era el que tenía más curiosidad por el otro.

La libélula se separó un instante del gatito y se posó a un metro de él, en el suelo. Allí había un pequeño charco que había formado la lluvia la noche anterior, y aunque toda aquella agua cabía en la mano de una persona, era un lago enorme para ella. Sus patitas se posaron en la cristalina superficie y se quedó inmóvil para beber.

En aquel instante, Orión sintió una urgencia extraña. Sus ojos se abrieron mucho y sus pupilas se dilataron. No sabía por qué, pero quería correr hacia ella, brincar y atraparla con sus patitas. Se acordó de que había visto a su madre agazapada, y después haberla visto saltar con maestría sobre una pequeña ratilla de ciudad. ¿Era eso lo que quería hacer él?. Sí, creía que sí.

Su cuerpo se agazapó, al igual que lo había hecho el de su madre en aquella ocasión, y clavó sus ojos en la libélula, que seguía quieta posada sobre el charco de agua clara. Sus cuartos delanteros se aplastaron contra el suelo, y sus patas se prepararon para pegar el gran salto.

Mara observó pacientemente, cómo su cachorro, iba a poner en práctica las mismas técnicas de caza que llevaba en sus genes gracias a miles y miles de generaciones felinas, que habían hecho exactamente lo mismo para sobrevivir. El gatito cogió impulso con sus patitas de atrás, y aterrizó esta vez con más estabilidad sobre el charco de agua y su amiga la libélula.

Sin embargo, la libélula era una animalito que había visto tanto mundo como Mara, y levantó el vuelo rauda, cuando vio al gatito volando a medio metro de ella. Justo cuando las patitas del gato se mojaron al entrar en contacto con el agua, la libélula salió disparada y emprendió un vuelo largo hacia el mundo desconocido, dejando a Orión perplejo, mojado y solo.

El cachorrillo de tan tierna edad, que había visto tan pocas puestas de sol, miró hacia atrás buscando con la mirada a su madre. Mara ya estaba caminando hacia él, con la paciencia y la bondad de una madre cariñosa, y que sabe que aún tiene muchas cosas que enseñarles a sus hijos. Orión miró hacia lo alto, y su madre, comprensiva, le dio un lametón en el hocico, consolándolo.

Orión no entendía por qué se había ido su amiga la libélula, y por otra parte se preguntaba qué habría ocurrido si hubiera aterrizado encima de ella. Había tantas cosas que no sabía, tantas preguntas que quería hacerle a su madre…

Mará leyó en su mente, y parpadeó, comunicando a su hijo que todo iba bien. Que aquello era lo que tenía que pasar, y que él debía de aprender a aceptar la vida como viniera. Diligentemente, Orión dejó que su madre lo cogiera del cogote con la boquita y lo trasladara al mundo que él conocía. Cerca de la baldosa rota de donde brotaba la hierba; cerca del agujero donde él tenía su hogar y compartía con sus hermanas.

Orión sacó en conclusión de aquel día, que su amiga era demasiado pequeña para entender que él quería seguir jugando con ella. Que a lo mejor no tenía una mamá que lo hubiera enseñado como a él, y quizás otro día cuando la encontrara, le mostraría él mismo que no tenía nada que temer de sus juegos.

Y entonces vio, cómo su madre estiraba sus poderosos músculos al sol, sacaba sus afiladas uñas y volvía a sentarse delante de su hogar, vigilante.

Orión miró sus patitas y se miró sus pequeñitas pero también afiladas uñas y recordó el minúsculo tamaño de su amiga. Orión no recordaba si sus uñas habían estado extendidas cuando dio el salto hacia su ella, y se preguntó, de nuevo, qué habría pasado si la hubiera rozado con ellas.

¿Realmente la libélula no tenía nada que temer de sus juegos, a pesar de sus buenas intenciones?

Orión aprendió también, que un día sería como su madre, y que tenía un enorme poder que aún no había alcanzado a comprender. Que sus músculos serían también poderosos y que tendría que tener cuidado con aquellos a los que demostrara su amor y amistad. Pues muchos podrían ser más débiles que él, y por tanto, sobre sus pequeños hombros recaía una inmensa responsabilidad.

Pero como era muy pequeñito, aquellos trascendentales pensamientos, le produjeron un enorme sueño y se dirigió dentro del agujero a descansar. Antes de que cerrara sus cálidos ojos, Mara ya había entrado tras él y se tendía para que tanto él como sus hermanas pudieran mamar.

Orion se quedó dormido mientras la cálida leche de su madre calmaba su estomaguito y apaciguaba sus pensamientos. Aquel había sido un día bello, divertido y lleno de misterios que no comprendía. Mañana, buscaría de nuevo a su amiga, y le preguntaría…

¿Qué le preguntaría?

Orión ya estaba entrando en el mundo de los sueños, donde una libélula del mismo tamaño que él, retozaba en un charco y batía sus transparentes alas, dejando que la luz del sol llegara hasta él y lo bañara con su calor.

martes, 18 de septiembre de 2007

Reflexiones sobre los gatos

Hace muy poco tiempo, leí un refrán que decía que dos personas al conocerse, se relajaban automáticamente cuando se enteraban de que ambas tenían gatos. ¿Por qué será eso?. ¿A caso hay una personalidad implícitamente armoniosa entre las personas amantes de los gatos?. ¿Ocurre igual con otros animales?. ¿Qué tienen los felinos que no tienen otros seres vivos?.

La respuesta es: No lo sé. O quizás... Sí lo sé, pero de esa misma manera en la que se sabe cuándo va a llover, pero uno no es capaz de explicarlo con la ciencia en una mano y las palabras adecuadas en la otra. Simplemente, es un sentimiento que se "comparte", que "sintoniza" con un colectivo y que es parte del misterio de por qué ellos son los que te eligen a ti como "dueño", en lugar de tu a ellos.

Sí. Quizás sea esa una de las razones por las que me considero una persona que comprende a los gatos. Porque entiendo que una animal jamás debe de ser dominado, sino respetado. Que debe de tener espacio para desarrollar su personalidad y poder transmitir cómo es realmente, sin que nadie los subyugue bajo la pueril excusa de que "para eso somos la raza dominante y ellos son seres inferiores". Porque comprendo que la libertad está implícita en su ser, y querer "poseerlos" es como querer encerrar el viento en una jaula de papel.

¿Creéis realmente que un gato se siente inferior a la raza humana, por ejemplo?. Yo cuando observo a mi gata, Perla, me doy cuenta de que tiene un desarrollado sentido de la dignidad. Sabe cuándo se la ofende, y exige un trato respetuoso, como el que ella nos da a nosotros. ¿A caso no es eso un sentimiento de igualdad?. Y bien pensado, ¿por qué deberían ellos sentirse inferiores?, ¿por que son más pequeños tal vez?, ¿por que su vocabulario no es igual que el nuestro?...

Un gato es un animal imponente, a pesar de su pequeño tamaño. Es digno. Su mirada es penetrante e inteligente; sus andares son los de un cazador que sabe que ha ganado la batalla. Son fuertes y flexibles a la vez. Son honestos, pues no nos ofrecen su amistad si no somos merecedores de ella. Son limpios, ágiles como el mejor atleta humano o más, son fieles si has sabido llegar hasta su corazón y respetarlos por ser como son.

Pero qué dificil es eso cuando no se conoce a los gatos y se escucha tantas veces: "Me dan miedo los gatos", a lo cual yo pregunto "¿Pero has tenido uno alguna vez?", y me responden que NO.

Qué dificil es transmitir el rico mundo interior de este animal a las personas que no son sensibles a sus miradas, a sus guiños, a sus ladeos de cabeza, a sus mudos interrogatorios... que para mí tienen tanto sentido.

Cuando yo miro a Perla, la veo como es: la veo inteligente, pensando con intensidad tras sus ojos profundos como el mar en un día claro de verano; emocionalmente fuerte, incluso más que yo, pues la he visto enfrentarse a situaciones en las que yo en su lugar me habría dado la vuelta, y sin embargo ella se ha plantado sobre sus patas, con un porte magestuoso y la mirada alta, como lo haría un rey que tiene que demostrar a sus súbditos el por qué vale la pena luchar.
Es también fuerte, musculosa, bien formada, formidable incluso cuando está inmóvil. Sus actos son para escribir varias páginas ensalzándola, al igual que su cariño, su amor por los que la quieren.

Un gato no es un ser interesado, como se piensa, sino todo lo contrario. De hecho, no se le puede comprar. Tomará lo que quiera, cuando quiera y del modo que quiera. No lo sobornarás con comida, ni con un par de caricias, si él detecta que no eres de fiar. Tendrás que ganártelo siendo franco con él, avanzando paso a paso, entrando en una dinámica diferente de la que se practica entre los seres humanos, pues no responde a la hipocresía ni a las falsedades, ni tienen que demostrar nada a nadie. Ellos no necesitan entrar en esos juegos inventados por los hombres.

Pero cuando has sido sincero con ellos, les has dado su espacio, jamás les has dañado aprovechándote de su menor tamaño, les has querido de verdad, los has atendido cuando te han necesitado, y has sabido mirar a sus ojos sin recelos, miedo o maldad... has abierto las puertas a un mundo distinto, a un mundo misterioso, a un mundo felino rico en sus enseñanzas, donde tu mismo creces como persona y das gracias por que el destino ha querido ponerlos en tu camino.

Compartir la vida con un gato, es más que darle de comer en un cuenco todas las mañanas, y cambiarle el agua y la arena. Si piensas que es un fastidio cambiarle el agua porque el animal no quiere beber SOLO porque tiene una pelusa en el agua.. es que todavía no has comprendido a tu compañero peludo. Cambiar su agua, ponerle comida nueva, limpiar su arena, no es más que demostrar respeto por su bienestar, y preocupación por que él se sienta feliz y atendido. Es cariño, es hacerle sentir que no vas a dejar que beba de un agua que lleva estancada una semana, porque te preocupa que pueda coger alguna bacteria. Ese mismo animal que luego se acerca a tu lado por las tardes y te da una cabezada en tu hombro. Lo haces porque sientes que le devuelves el mismo amor que él te ofrece sinceramente cuando siente que estás mal y se pregunta qué te ocurre. Porque cuando caes enfermo no se mueve de los pies de tu cama, y si lo hace, es para seguirte a donde vayas. Lo haces porque cuando te dice "miau", está exactamente donde quiere estar, hablando a su manera contigo, e intentando hacerse comprender por estos seres tan torpes y a menudo, tan toscos, como somos nosotros. Lo haces porque al igual que para ti, aprender a estar a tu lado y acostumbrarse a ti, le requiere un esfuerzo y mucho amor.

El gato es también un animal elegante: lo observas moverse y no puedes más que deleitarte en cómo todos sus movimientos son fluídos, silenciosos, precisos. Cada paso está medido, cada salto es perfecto y equilibrado. Cada músculo se tensa y se destensa justo cuando ha de hacerlo, como los músculos de un gimnasta profesional. Cada torsión es flexible, cada acto está justificado.

Por todo esto, el gato es un animal admirable y por otras muchas cosas más. Jamás hay que pegarle o maltratarle. Para ellos el maltrato también va más allá de las lesiones físicas. Y si lo haces, no pretendas que vuelva a tu lado, pues habrás perdido su respeto y no te ofrecerá de nuevo la confianza hasta que él crea que te la mereces. Si no haces méritos, jamás la recuperarás. Y eso es admirable, igualmente, pues demuestra que es un ser auténtico. Un ser que no tiene nada que perder si no mereces la pena y te enseña con su correcto comportamiento lecciones que nosotros ni siquiera tenemos aprendidas. El honor será un pilar fundamental de vuestra relación.

Cuando aprendas a ser un ser íntegro, altruísta, sensible a todo lo vivo, respetuoso por lo que no entiendes, y en todo lo que hagas haya amor, podrás empezar a plantearte el "tener" un gato en tu casa, y ser merecedor de él. E incluso así, simpre seguirás aprendiendo de ellos, como yo, pues siempre te sorprenderá su gran corazón, su inteligencia y su mundo lleno de magia.

domingo, 16 de septiembre de 2007

Un video muy divertido de Perla

Aquí abajo os cuelgo un enlace a un video muy divertido de Perla. Lo hemos hecho este domingo y nos ha llevado unas cuantas horas montarlo todo, y sincronizar a Perla con la música. Pero creemos que ha valido la pena, porque ha quedado precioso.

¡Que os divirtáis!

(La música es bastante pegadiza, y os aconsejo que veáis el video hasta el final, porque es a partir del minuto y pico cuando hemos hilado más fino el tema de la sincronización. No os arrepentiréis de ver esos 4 minutos). ;-)))

Video de Perla

Video de Linda

Aquí os pongo el enlace de un video que hemos montado Tharem y yo, de nuestra gatita Linda, que nos dejó hace muy pocos días. Es un video cortito, pero se puede apreciar en él, lo cariñosa que era esta especial gatita de angora.

http://www.youtube.com/v/t4CQXlaSXx4

Una camita nueva para Arwen y Perla


Este fin de semana, Tharem y yo hemos ido de compras, para añadir más comodidades a las pertenencias de Perla y nuestra futura gatita, Arwen.

Esta "super camita", la hemos montado pensando en que en pocos meses, Arwen será una gatita de un tamaño respetable y necesitará un lugar donde retozar con Perla, en el que no se le salgan las patitas o la cabeza mientras juegan.


Perla le ha dado el visto bueno, e incluso nos ha pedido jugar en ella para inaugurarla. Parece que le ha gustado, porque desde que se la hemos puesto al lado del rascador, la ha aceptado como colchón y no sale de ahí, excepto para pedirnos que la acompañemos a comer.


Vale, a la hora de jugar también salta fuera, para luego volverse a meter y agazaparse para acechar la cuerda. Es uno de sus juegos preferidos. ¡Hay que probar todas las utilidades que tendrá la cama!.


Pero Perla..., recuerda que esta camita no es sólo para ti, ¿eh?.
Sí, sí. No me mires con esa carita y hazle un huequito a Arwen cuando venga.

(Qué estará pensando ella... )



sábado, 15 de septiembre de 2007

¡¡ Arrorró !!



Me han parecido tan graciosas estas fotos de Perla durmiendo enrroscadíta, que valía la pena subirlas a la página para que las vierais. ;-)))

¡¡ A mí me recuerdan al Ying y el Yang !!

Los 5 minutos de Perla


Perla vive un 50% de su tiempo, durmiendo o jugando en nuestra cama. A última hora del día, nuestra siamesa se acomoda a los pies de la cama y se queda quietecita a pesar de todos los movimientos y giros que damos por la noche. Casi siempre elige mi lado de la cama -será porque soy más pequeñita y así se asegura de que tendrá más espacio -, y cuando llega la mañana, está atenta incluso al aleteo de la más insignificante mosca.

Cerca de las 8, más o menos la hora a la que se levanta Tharem para ir al trabajo, Perla sabe que va a sonar el despertador. En realidad el despertador es el mismo móvil de Tharem, que lo tiene programado para que le suene unos minutos antes, con una música bastante más agradable que los timbrazos a los que nos tienen acostumbrados los despertadores tradicionales.

Perla se sienta en la cama y mira fijamente en nuestra dirección. Yo, aunque sigo en 7 sueños, porque no me tengo que levantar hasta media hora más tarde, voy sintiendo los movimientos que hay a mi alrededor. Nuestra querida siamesa, empieza a preguntarse si Tharem se ha quedado dormido, y no queriendo que su amo llegue tarde al trabajo, da unos cuantos pasos en dirección a la almohada, entre Tharem y yo.

Perla camina muy despacito, como lo haría una pantera que está acechando una presa, y se dirige hacia la cara de Tharem. El, se hace el dormido, aunque se ha dado perfecta cuenta de que va a sonar el despertador, y de que este es "el momento de Perla". Ella acerca muy despacito su carita bigotuda a uno de los ojos cerrados de Tharem y le da un besito muy pequeñito, casi temiendo sobresaltarlo.

Tharem se ríe, y alargando una mano por encima de las sábanas, acaricia la cabecita y el lomo de Perla. Casi todas las mañanas oigo cómo Tharem le habla, le da mimos y besitos. Cuando yo misma abro los ojos (¡qué remedio!), ¿qué os creéis que me encuentro?, ¿la cara de mi marido?. ¡Nooooo!, ¡me encuentro con Perla a dos centímetros de mi cara también!. :-))))

Perla se las ingenia para echarse con la mitad de su cuerpo superior en la almohada, entre nosotros dos. La otra mitad está desparramada en la cama, mientras mueve muy suavemente la puntita del rabo.

Casi siempre, Tharem y yo hacemos bromas sobre este curioso modo de despertarnos, ya que mis primeras palabras suelen ser: "¿Marido, estás por ahí detrás de Perla?". A lo que no tenemos más que reírnos un rato, para que Perla sepa que ya tiene la atención de los dos.

Llegados a este punto, yo ya estoy despierta y el despertador está a punto de sonar. Perla ronronea y se deja acariciar por los dos a la vez (debe de ser un momento del día muy feliz para ella, porque se la ve completamente relajada, a gusto y destilando amor por todos su poros).

Perla tiene sus 5 minutitos de gloria, y se levanta y pasea en ese escaso medio metro de almohada que tiene, yendo de uno a otro dando besos, cabezadas y cosquillas con sus bigotitos blancos. De vez en cuando vuelve a echarse, sin importarle que debajo hubiera un brazo, una mano... etc. Ella sabe que es una más de la "manada" y que se le permite incluso que nos pisotee el pelo en sus idas y venidas, porque lo máximo que le vamos a hacer es ponerle las patas en otro sitio, con todo el mimo que ella está acostumbrada a recibir.

Pero todo lo bueno tiene un final, y entonces suena el despertador (el móvil). Tharem se levanta... y ¡Perla sale rauda detrás de él!. (¡So vendidaaaaaa!).

Sí, esos 5 minutos tienen prórroga, y Perla sabe que hasta que no salgamos los dos por la puerta para ir a trabajar, no está todo perdido: sigue a Tharem en sus rutinas matinales y justo cuando viene él a despedirse de mí, Perla vuelve a echarse a mi lado para no moverse hasta que yo me levanto. (Ahora es cuando yo tendría que darle un pellizco. je,je,je).

Perla nos tiene "las costumbres" tan bien cogidas que ella misma ha desarrolado unas propias. Cuando yo salgo de casa, se queda hecha un ovillito en la cama y es así como nos la encontramos la mayoría de las veces al regreso: Amodorrada, feliz de la vida, y con energía para volver a perseguirnos por la casa, en cuanto tiene la menor oportunidad. :-)))

(¿Cómo serán nuestros despertares cuando Arwen se sume a la ecuación?) ;-)))

viernes, 14 de septiembre de 2007

Toda una familia

Bien, pues aquí tenéis unas cuantas fotografías de los gatitos de mi hermano. Me parece que por aquel entonces todavía no tenían ni a Sarry, ni a Sarita. Así que voy a nombrar los animalitos que aparecen en las fotos, de izquierda a derecha.

A la izquierda tenéis a Petric, ya crecidito y más guapo que nunca. Toda una pantera, de suave pelaje y más dócil que un ragdoll. En el centro, sobre las piernas de mi cuñada, tenéis a "café con leche". Lo llamaron así por los colores que tenía. ¡La verdad es que es un nombre simático!. :-p
A la derecha del todo tenéis a "la abuela". La llamaron de esta manera porque era una gatita de la calle, muy mayor, que sólo quería mimitos y estar calentita en una casa.


Pero digo yo.... ¿qué más podéis ver en estas fotos?. ¡Pero si es un perrito!.

Ummmm... corrijo, es una perrita.

Y si la miráis bien, ¿no os suena de nada?.

Anda, repasad las historias de nuestros gatitos y la veréis sentada al lado de Michú. :-)))

¡Sí, es Yenny, pero con unos 12 o 13 años más!

Le encantaba estar en medio de todo el tinglado y jugar con los gatos. Este perrita tan cariñosa, adoraba a mi hermano y mi cuñada, por eso ellos se la llevaban muchas veces a su casa; para que jugaran con los gatitos e hiciera un poco de ejercicio en el jardín de la urbanización.

(Aunque este blog es de gatitos, un día le tengo que hacer una historia a Yenny. ¡Se la merece como la que más!).


Un besito, Yenny. También te he querido mucho.